La década en que la televisión venció al cine (I)

Se han hecho, y se siguen haciendo, excelentes películas, pero del cine se espera, desde su nacimiento, que fuera excepcional. No ocurre lo mismo con la discreta televisión, a la que algunos han tenido el atrevimiento de llamar caja tonta. Desde la generalización de su uso ha dado horas y horas de entretenimiento no siempre vacío, aunque también basura, pero no menos que el cine.

En los últimos años escasean los buenos guiones; películas que comienzan con fuerza se desinflan al final e incluso en el segundo acto, y cada vez es menos raro que se intente vender un proyecto contratando una ristra de actores célebres, incapaces de sostener los estereotipos blandengues y la aburrida peripecia que les han asignado.

Lo que hasta hace poco se consideraba una apuesta segura: un gran autor, o al menos, un director eficiente, ya no es tampoco ninguna garantía. Scorsesse, Woody Allen, los hermanos Coen, Ridley Scott y muchos otros dirigen cada vez con más pereza, tirando de lo que ya saben hacer de sobra, rodeados de un equipo de buenos profesionales que rellenan las zonas oscuras de la historia con estética o efectos, y sus diálogos epatantes y retruécanos argumentales cogidos con pinzas, rozan a veces el ridículo.

Pero ocurre que la televisión, blanco de toda clase de análisis pedante sobre la decadencia de la cultura occidental, y castigada desde los años sesenta por los críticos que denostaban a los directores de cine y escritores que «venían de la televisión», nos ha dejado estupefactos en la primera década del siglo XXI. Me limito a hablar de la televisión anglosajona. Aunque otras lenguas han tenido también su oportunidad, en general la producción es escasa y mediocre. Aquí tuvimos nuestras míticas series para Televisión española, tipo Los gozos y las sombras, de las que podemos sentirnos más que orgullosos, pero hoy por hoy, la ficción televisiva da lástima, cuando no indignación.

Gran Bretaña, que adora sus mini series históricas y sus site comedies basadas en novelas y obras de teatro, en los últimos años ha dado argumentos geniales, como The Office o Life on Mars, y está renovando incluso al victoriano Sherlock. Pero es Estados Unidos, el eterno mayor productor de todo lo bueno y lo malo, el creador de HBO, cuya fama traspasa con mucho sus fronteras, y que ha inventado un nuevo concepto de serie de calidad: la novela de tradición decimonónica llevada a imágenes.

Los personajes complejos, imposibles de contar en hora y media de película, quedan descritos hasta las entrañas como lo habrían hecho Proust o Henry James, pero con la eficacia de la telenovela, con el sentido americano del espectáculo, con la acción y los diálogos modernos. En una serie de televisión, un argumento tiene tiempo de ensanchar libremente, de buscar en las subtramas equilibrios, reverberaciones, de extender hasta el último resquicio esa miel que se nos queda en los labios al final del capítulo, y al final de la temporada, ese deseo de más mentiras.

Claro que la lista de buenas series, de todas las nacionalidades, es demasiado larga para detallarla aquí. Pero he elegido las seis que considero mejores, las más potentes e innovadoras. Ahí van, en orden cronológico de estreno: Los Soprano (The Sopranos), A dos metros bajo tierra (Six feet under), The Office (UK), The ShieldLife on MarsBreaking Bad.

1.

A Tony Soprano (James Gandolfini), miembro relevante de una de las familias de la mafia italiana de New Jersey, le pesan sobre los hombros sus muchas responsabilidades. Su madre es una anciana exigente y manipuladora, sus hijos adolescentes y caprichosos, su matrimonio está en crisis latente y, por algún motivo, las luchas de poder y la violencia de su trabajo han empezado a afectarle. Tiene ataques de ansiedad, así que decide visitar a una profesional, italiana, claro, en secreto, claro. Quedan así establecidos los tres escenarios en que van a bailar los personajes de los Soprano: la familia, la otra familia y el psiquiatra.

Los Soprano no está narrada siempre desde el punto de vista de Tony Soprano. Su mujer Carmela (Edie Falco), aburrida y medio enamorada de un cura, su viejo tío Junior (Dominic Chianese), empecinado en la carrera por la sucesión del imperio familiar y al borde del Alzheimer, y su sobrino Chris Moltisanti (Michael Imperioli), aspirante a guionista que quiere usar su experiencia mafiosa en Hollywood, ejemplo de la nueva generación que viene pisando fuerte y a veces cagando lo barrido, tienen su propio área narrativa.

Las tramas secundarias tocan la acción, el romance, el thriller psicológico y el género negro, mientras que en el centro de la trama, como un corazón obeso, egoísta, violento, promiscuo, igualmente querible y repugnante por lo cercano de su conflicto a lo que el espectador ha llegado a temer o a desear, palpita la complicada neurosis de Tony Soprano, sus sueños, sus obsesiones, sus ataques de ira.

La historia es de David Chase, el que fue productor ejecutivo de otra pequeña joya, Doctor en Alaska. Él escribe los guiones, pero los directores son variados y a veces la serie acusa inestabilidad, sobre todo cuando los capítulos se ven seguidos. Hay cambios en el tono narrativo que no están justificados. Como anécdota, hay un par de capítulos muy bien rodados por Steve Buscemi, actor fetiche de los Coen, que interpreta también el papel de un miembro de la familia que sale de la cárcel después de unos años.

Esta serie le dio a James Gandolfini, sin ninguna duda, el papel de su vida, y adoptó a muchos de los actores que llevaban interpretando gangsters durante años  en películas de todo tipo, para darles papeles de mayor hondura y personalidad, como es el caso de Paulie «Walnuts» Gualtieri, que interpreta al atribulado Tony Sirico, siempre preocupado por ganar el dinero suficiente para meter a su madre en una buena residencia.

Por último, ha encaminado muy bien a otros actores magníficos que difícilmente habrían alcanzado el éxito de no ser por su participación en este proyecto. Edie Falco es una absoluta revelación, y ahora podemos verla como protagonista de otra serie muy buena sobre una enfermera drogadicta: Nurse Jackie (2009).

Chris Moltisanti va ganando espacio a lo largo de la serie, en parte por el talento y la fuerza del actor que lo interpreta, capaz de llevar a su personaje a ese terreno resbaladizo en que tiene que sostener un duelo con el protagonista. La rivalidad de Chris y Tony en la ficción pedía que Imperioli fuese capaz de sostenerle la mirada a Gandolfini, y así fue. Ahora hace de policía huraño con pasado oscuro en Detroit 1-8-7, bastante buena, aunque la sombra de los Soprano es alargada.

Los Soprano fue producida por la HBO. Se emitieron seis temporadas de unos trece capítulos cada una, entre el 10 de enero de 1999 y el 22 de abril de 2007. Se filmó principalmente en Atlantic Beach, Long Island, Nueva York. La canción de los títulos de crédito, Woke Up this Morning, es un tema de Larry Love, Mountain of Love, Mississippi Guitar Love y Rev D. Wayne Love, interpretado por Alabama 3.


To be continued.

 


15 respuesta a «La década en que la televisión venció al cine (I)»

  • Carlos

    Estoy totalmente de acuerdo contigo en que la ficción televisiva ha sabido renovarse, mientras el cine sigue dando tumbos al ritmo de los efectos especiales o de los «autores» adormecidos. Los británicos siguen dando que hablar con sus buenas adaptaciones literarias o ficciones históricas (Sherlock Holmes, Los Tudor, Wallander,…) pero los norteamericanos han alcanzado un nivel sublime, una segunda edad dorada que está dando que hablar (te recomiendo al respecto el estudio realizado en la revista «Dirigido por» de este mes).
    Me alegra que cites «Los Soprano», porque es el inicio y seguramente una de las cumbres de todo este boom televisivo.Allí hay personajes que traspiran, soberbias creaciones de la dualidad humana. Citas unas cuantas más y me atrevo a añadir «Lost» (a riesgo de que la tumbes) y especialmente «Mad men». Internet también ha cambiado la forma de mirarlas y seguirlas.
    Excelente aproximación a los nuevos novelones del siglo XXI que demuestran que sigue intacta tu creatividad Rebeca.
    P.D. Me comentó Anabel que había leído el relato de «El padre Sergio» en tu blog y que se había quedado enganchada, por lo que acabé por leerlo yo también en mi edición impresa. Extraordinario.

  • David T

    Lo suscribo totalmente, de la primera a la última palabra. Tony Soprano es un personaje de talante sespiriano, una de las mayores encarnaciones jamás vistas en una pantalla, grande o chica. La gran lástima de Los Soprano es que se desinflara al final. Era una serie grande que exigía un cierre majestuoso, al estilo de The Shield o Six feet under. Pero la remataron de una forma cobarde y vil, y eso es algo que nunca perdonaremos a David Chase.

  • rebecatabales

    Me alegro que saques el tema del final porque es cierto. Qué decepción. Se dejaron cegar por el éxito y se quisieron reservar la posibilidad de volver con un final abierto, y abiertos nos dejó, pero en canal. En fin. Bien que nos resarcimos con el de The Shield.

  • Román

    Tu comentario, además de gustarme mucho, me ha sorprendido y recordado las historias de «sincronicidad» que tanto gustaban a Jung y Koestler. Llevo algo así como un mes con mala conciencia por el tiempo dedicado a ver íntegra la seríe Mad Man (cuatro temporadas a 13 capítulos cada una) que he terminado hace dos semanas. Esa mala conciencia, fruto de un minucioso plan de estudio que me había trazado y que he incumplido en parte, se ve, pese a todo, atemperada por la extraordinaria calidad de la serie.

    Llevas toda la razón en todo cuanto dices respecto a que la TV le haya echado la pata encima al cine en gran medida. A mi, en quien pesan las recomendaciones de Schumann aprendidas en mi adolescencia de estudiante de piano, referidas a no interesarse en exceso por las novedades a partir de cierto momento de la vida, ese hecho me había pasado inadvertido y, justo cuando, rompiendo en cierto modo mis propias reglas, me acerco a él entusiasmado, tú vas y dedicas al tema una de tus magníficas entradas de blog. En el anterior fue la fascinación de ambos por el romanticismo alemán, más concretamente por ese genio extraño y fascinante de Hoffmann. Ni que decir tiene que coincidir en inquietudes culturales contigo es un honor.
    No dejes de darnos la alegría de tus escritos a quienes te seguimos.
    Román

  • rebecatabales

    Gracias por la recomendación.Miraré Dirigido por, yo soy una especie de vampira de información en IMDB. Y muy cierto lo de internet. Las series de los ochenta y los primeros noventa estaban concebidas para verse una vez a la semana, con lo que los creadores se podían permitir muchos trucos, pero con internet, la posibilidad de verse una aserie de un tirón obliga a afinar mucho, ahí están los pequeños desequilibrios de los Soprano, precisamente porque fue la primera del boom, supongo.
    No he visto Lost, sé que tiene muchos seguidores pero no sé, de momento no me llama la atención. En cuanto a Mad Men, lo intenté, y me pareció que tenía momentos sublimes, pero creo que adolece de lo mismo que cierto cine. Es glamourosa y un prodigio estético, pero tiene algo de videoclip: parece como si los personajes no importasen, como si pudieran cambiar de motivación de un capítulo a otro y no nos fuésemos a dar cuenta. El protagonista, por ejemplo, no hay por donde cogerlo. Es muy guapo y pone muy bien esa cara de tormento existencial, pero ¿por qué? ¿Por qué se acuesta con tantas mujeres y tiene a su mujer, que es un bombón, aburrida como una mona? ¿Qué es lo que le atrae del mundo de los artistas bohemios, siendo quien es y viviendo como vive? Yo me enfadé cuando lo intentaron explicar haciendo un flashback y contando ese cambio de identidad, y tal, que lo único que hace es volverlo todo más inverosímil. Y también me enfadé con la chica fea esa que es una trepa. Es un personaje espectacular, pero lo estropean cuando tiene a su hijo y ni lo mira. No digo que no pueda pasar algo así, el problema es que nadie nos ha contado por qué. Y el jefe, que está colado con la pelirroja, y de pronto se pone a tirarle los trastos a la mujer del protagonista (¿?). En fin, ya ves que lo intenté, pero me quedé ahí. A lo mejor me he perdido algo.
    Me alegro de lo del padre Sergio, estoy muy orgullosa de habérselo descubierto ya a tres personas, es una belleza. A lo mejor digo una barbaridad, pero visto con distancia, a lo mejor es más grande que Guerra y Paz. Bueno, lo importante es que podamos apreciarlo y compartirlo. Un abrazo.

  • rebecatabales

    Sí, esas cosas pasan constantemente. Mira, precisamente acabo de contestar al comentario de Carlos hablando de Mad Men, jaja. En fin, decididamente me he perdido algo con esa serie porque no le pillo el gusto, y repito que lo intenté. Recuerdo en concreto una escena de dialogo entre la chica nueva y el publicista joven recién casado con una chica rica, cuando están en el sofá del despacho a punto de meterse en un lío (sobre todo ella), y él empieza a contarle cómo le gustaría vivir en el bosque y cazar y pescar y no sé qué… y cómo vas descubriendo que ese pobre chico es un pez fuera del agua y que ella, que está obligada a interpretar el papel pasivo por su sexo y condición, es en realidad el personaje activo y ambicioso, y cómo se sienten atraídos y repelidos por eso, y pensé… qué pasada de guión. Pero luego no tiene suficiente consistencia, me parece, hay momentos así, sueltos, pero luego no entiendo nada.
    Me alegro mucho de que hayas superado las enseñanzas de Schuman, la vida es impredecible y maravillosa desde que empieza hasta que se acaba… espero. Hasta pronto, Román

  • Carlos

    No volveré a intentar convencerte con «Lost» porque se necesita estar predispuesto a creer en todo y dejarse llevar por los vaivenes del guión. Pero con «Mad Men» debo pensar que no lo has intentado suficiente, porque esa es precisamente una serie de personajes que mejora a medida que avanzas. Creo que el personaje principal, el publicista Donald Draper, es uno de los más interesantes y complejos que ha dado la televisión. Lo adoras y lo aborreces al mismo tiempo y a mi sí me convence su interpretación, porque esa cara muestra muchos estados de ánimo con solo mover una ceja o ladear el labio. Evidentemente te faltan capítulos para saborearla en su justa medida y no te avanzo nada.
    En fin, un abrazo que siempre pesan más los acuerdos.

  • rebecatabales

    Jaja, vale, me lo apunto. No sé por qué intuía yo que Mad Men iba a ser una batalla perdida.

  • rebecatabales

    Por cierto, vaya jaleo el orden en que salen los comentarios. Os pido disculpas. Menos mal que sois gente inteligente, no sé cómo os las habéis ingeniado para descubrir qué comentario responde a quién. Tendré que revisar esto. Besos a todos.

  • Starsky

    Yo lo que no entendí del final de Lost es dónde estaba el tapón en la isla. Lost era como Los Serrano pero con palmeras. Como decía Ricky Gervais: «Al final el gordo se los come a todos, ¿no?»

  • rebecatabales

    Yo no sé ni de qué va Lost, pero Ricky Gervais es un genio

  • Román

    Hola Rebeca:
    He estado buscando en todo tu blog primero y a través de la nube de etiquetas luego ese relato tuyo sobre «El padre Sergio” pero no lo he encontrado. Por favor, ¿Podrías decirme dónde lo pusiste? Ardo en deseos de leerlo.
    Gracias, Rebeca
    Román

  • rebecatabales

    Hola Román, No escribí nada sobre El padre Sergio, sólo puse el cuento. Lo colgué en la página «Otros», dentro de Tolstoi; está arriba del todo, pone «Inicio», «R.T» y «Otros». Disfrútalo, es casi perfecto.

  • Román

    Gracias por este largo cuento tan bien elaborado, Rebeca. Realmente comparto tu juicio sobre él. No podía ser de otro modo tratandose de Tolstoi. Entre los muchos sentimientos que me ha provocado su lectura predomina el de degustar esa sensibilidad que impregna la cultura rusa en esos escritores, tan distintos y parecidos que me influyeron tanto de niño y adolescente, en especial Gogol, Turguenev y Chejov. Luego, ya en la treintena me regocijé con un libro que si por casualidad no has leido aún te recomiendo: «Las Extraordinarias Aventuras de Julio Jurenito y sus discípulos»de Ilyá Ehremburg. Contempla distintas sensibilidades nacionales, entre ellas la rusa, con una punzante ironía volteriana. El libro es poco conocido pero hay una traducción española formidable en los 70 que he buscado en vano en mi desordenada biblioteca cuya catalogación hace demasiado tiempo que demoro.

  • rebecatabales

    Me lo apunto. No había oído hablar de él y ni siquiera del autor, si te soy sincera. Gracias por compartirlo. En cuanto al Padre Sergio, nunca olvidaré la primera vez que leí la escena en que se corta el dedo, que encoge el corazón, y ese final maravilloso en que el protagonista descubre que toda su vida ha sido un fraude, y que ha alcanzado una falsa fama de santidad. No puedo dejar de pensar en el propio Tolstoi y sus delirios de grandeza. Qué gran escritor, pero qué perdido estaba, en mi opinión, en cuanto al amor, la fe, la sociedad, que veía como algo estático y susceptible de ser modificado como una maqueta, y tantas otras cosas sobre las que pontificaba como el hermano pequeño de Dios. Paul Johnson hace una espléndida crítica de sus ideas y expone sus contradicciones e hipocresías en un libro imprescindible: Intelectuales. Algunos genios llegan a creer que los individuos pueden ser arquetipos, como los personajes, y que el mundo se puede mejorar desde una posición de superioridad intelectual, igual que hacen con sus novelas. A pesar de todo, sigue habiendo algo inspirador y lleno de fuerza en el hecho de que un hombre pueda ser tan grande y a al vez tan mezquino.

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